Ser artista: Goya grabador

Sep 05, 2025

Dentro de los tipos de obras a las que les hacemos menos caso en las exposiciones se encuentran las artes gráficas y del grabado.

Pueden estar tanto colgadas en pared como en vitrinas, pero tienen un formato más reducido y, en muchos casos, carecen de colores vibrantes que llamen la atención. 

En estos días estoy preparando una visita que realizaré con dos grupos reducidos de personas al Gabinete Goya, en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde se exponen sus series de grabados junto con las planchas.

En el Club hablo en un par de sesiones sobre el grabado y sus técnicas, pero hoy quería incidir en la importancia de este medio como un terreno que posibilita algo que hoy tenemos muy asumido como artístico pero que, en otras épocas, no era tal: la individualidad del artista y la posibilidad de expresar algo.

En el caso de Goya fue este el caso y es, de hecho, paradigmático. Sé que es muy manido eso de que Goya es el primer moderno, pero es que su producción gráfica abre una ventana a la que se asomaron artistas del futuro de manera recurrente.

Vamos a verlo con una comparación.

A continuación te voy a compartir un ejemplo para que veas la diferencia.

A finales del siglo XVIII el grabado se emplea como un útil método (el único, además) de distribución en serie de imágenes. Esto es posible gracias a que podemos obtener varios ejemplares estampados a partir de una matriz (una plancha de madera o cobre, por ejemplo).

Esto sirve tanto para dar a conocer obras de arte en otros soportes a partir de su reproducción como para crear imágenes específicas, sobre todo las destinadas a ilustrar libros.

Existían grabadores profesionales que dominaban las técnicas de grabado y estampación, algo que requería una formación muy específica.

La técnica más habitual de reproducción era la que se basaba en realizar incisiones directas sobre una plancha de cobre, algo que, según vas a poder comprobar a continuación, justificaba esa formación estricta.

Virgen con el niño. Manuel Salvador Carmona (grabador). Bartolomé Esteban Murillo (autor de la obra original). 1763. Talla dulce: aguafuerte y buril sobre papel avitelado. Museo del Prado.

 

Detalle de la obra

 

Este ejemplo, de uno de los grabadores más importantes del XVIII, es un caso de empleo del grabado en la reproducción de una obra de arte. Puedes ver cómo para el trabajo del claroscuro es determinante el dominio de las retículas, que contribuirán según su construcción y densidad, a lograr esa gama entre luz y oscuridad.

En el caso de Goya, él se involucra directamente en el grabado como otro medio propio. En la primera serie que conocemos de él (aunque existen grabados previos sueltos) emplea una de las técnicas que son más propicias para el desempeño artístico del grabado, pues por su forma de proceder permiten una mayor libertad de trazo sobre la plancha, al no tener que arañarla o hendirla directamente con un elemento punzante. Estamos hablando del aguafuerte.

En esta primera serie copia algunas obras de Velázquez. Pero lo más relevante llegará posteriormente, a partir de la edición de los Caprichos. Ochenta grabados en los que el artista se convierte en un observador y plasmador de cuestiones actuales, que trata con una voz propia, de fuerte carácter crítico, ácido humor y empleando las particularidades técnicas de su dominio del grabado como un elemento fundamental para comunicar su mensaje y su estética.

Será además la mezcla del aguafuerte con la aguatinta y la exploración de las posibilidades de esta última variante técnica la que marque un punto de inflexión en el uso del grabado.

Tal para cual. Francisco de Goya. Aguafuerte, aguatinta y punta seca. Fecha de la lámina y de la estampación: 1797-1799. Calcografía Nacional. 

 

 Detalle de la plancha de Tal para cual, en el que se puede apreciar los diferentes tipos de trazos y texturas que logra conjugando las técnicas. Calcografía Nacional.

 

Esto quiere decir que Goya como grabador no solo es importante por configurarse como un artista que expresa, que tiene algo que decir y que busca colocar su producción previamente concebida. Estamos ante una figura que será decisivamente inspiradora para el desarrollo del grabado como disciplina artística desde el siglo XIX en adelante (incluso hoy).

Pero no te pienses que todo fue un éxito rotundo pues, aunque Goya siguió trabajando en otras series (Desastres, Tauromaquias, Disparates...), no pudo publicarlas todas al encontrarse transitando ese terreno herido que era el comienzo del siglo XIX español, con las idas y venidas del absolutismo.

Si quieres aprender más sobre esta faceta de Goya como grabador, puedes consultar:

Museo Goya

Goya en la Calcografía Nacional

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