Cielos y nubes
Nov 14, 2025Soy una cursi. Lo reconozco. Al menos, lo soy si me fío de quienes califican de cursi, cliché o superficial la querencia y el disfrute del cielo, ya sea real, fotografiado o pintado.
¿Pero cómo no embelesarme con los primeros surcos fosforitos, como de rotu subrayador, que irrumpen en la oscuridad en muchos amaneceres? ¿Cómo es posible no abrir mucho los ojos ante un fondo azul plagado de enormes nubes esponjosas, de esas a las que parecen envolver pañuelos de sedas malva y amarillo pastel? ¿Y qué hay de los atardeceres que parecen tener un candil en el que se van recogiendo y concentrando los colores del día para guardarlos unas horas antes de dar paso a la noche?
A mí, hasta me cambia el humor. Aunque sea por unos momentos. Para mí el cielo representa muy bien la capacidad que tiene esta vida de mostrar belleza, a pesar de todo lo demás. Y no estoy sola, porque le pasa y le ha pasado a un montonazo de artistas de diversas épocas.
Veamos algunos ejemplos, porque esto del cielo se las trae.

Estudio de nubes con una puesta de sol cerca de Roma. Simon Denis. 1786-1801. Paul Getty Museum
Hemos visto nubes y cielos pintados en incontables ocasiones. Pero en este caso, tenemos un estudio específicamente del cielo. Estamos a finales del siglo XVIII, el paisaje se ha ido abriendo como género por derecho propio, y artistas se echan al campo para analizar y comprender cómo traducir muchos fenómenos de la naturaleza, aunque las obras finales se diseñen y acaben en estudios.

Viento del sur, cielo despejado. (Gaifū kaisei) [Fuji rojo] Katsushika Hokusai. 1831. British Museum
Yo antes te he hablado de esa esponjosidad, de ese volumen que ocupa la nube en el cielo. Pero dependiendo del momento y del entorno, la representación varía. En el grabado en madera del ukiyo-e japonés, Hokusai (sí, sí, el de la ola), juega tan solo con la tinta azul. Formas planas y contornos.

Nenúfares - nubes. Claude Monet. 1915/1926. Musée de l'Orangerie. Paris.
Mirar hacia abajo para encontrar el cielo. Así son algunos de los Nenúfares, las pinturas de Monet en las que, obsesionado por los azules, verdes y el violeta (decía que este era el color de la atmósfera), reproduce no solo estas flores, sino los efectos en el agua. El formato y dimensiones son claves aquí, porque aunque no tienes que asomarte para mirar, su gran tamaño te permite sumergirte en estos reflejos.

Sobre las nubes I. Georgia O'Keeffe. 1962-1963. Georgia O'Keeffe Museum, Santa Fe.
Y mirar hacia abajo para encontrar el cielo… porque puedes observar las nubes desde el avión. Georgia O’Keeffe cogió aviones y viajó por el mundo en los últimos años de su vida. Una de las figuras clave de la pintura estadounidense, que había trabajado durante décadas de manera incansable y concienzuda, se entusiasmaba con esos nuevos horizontes que se le presentaban. Nunca es tarde para maravillarse por algo nuevo.
Los cielos en los que habita la divinidad.
Cuando era pequeña y no tenía muy claro aquello de lo divino pero veía por las representaciones que si eres un dios habitas en los cielos, aprovechaba los viajes en coche en los que atravesábamos Castilla la Mancha rumbo al Sur para prestar mucha atención cuando los rayos del sol atravesaban las nubes. Según mi lógica, al iluminarlas, seguro que lograba divisar a quien/quienes allí se encontraban. Te dejo con dos ejemplos de estas obras que contribuyeron a creer que mi teoría de avistamiento resultaría infalible.

Virgen con el niño y San Cosme y San Francisco. Andrea della Robbia. 1470. Bode Museum, Berlín.

Endymion. John Madera. 1832. Dulwich Picture Gallery, Londres.
El color, siempre el color.

Miyashita Zenji. 1994. Museum of Fine Arts, Houston.
Esta pieza de cerámica contiene esa gama que reconocemos de inmediato y alude a los momentos en los que el sol se encuentra casi oculto. Fíjate en cómo las ondulaciones recuerdan a las cordilleras y tan solo en el cuello del jarrón (sí, es un jarrón y siento haberte generado una irrefrenable necesidad de tenerlo) nos damos con ese fuego del candil de luz en el que se convierte el cielo.
Espero que hayas disfrutado de este recorrido y que tu móvil esté lleno de fotos que tomes de cielos bonitos.
Cuídate mucho,
Ángela.
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