
👁️La mirada tranquila ☕
Jun 13, 2025¡Hola, hola!
Hacía mucho tiempo que no encontraba un hueco para sentarme a escribir un boletín. Están siendo unos meses bastante desafiantes en cuanto a carga de trabajo y lamentablemente, al tener que priorizar, algunas cosas tienen que pasar a un segundo plano.
Hoy quiero compartirte un pedacito de la experiencia que llevo a cabo en el Museo Thyssen con grupos reducidos: aprender a vivir el museo de una forma más pausada y menos automática.
Lo hago a través de un recorrido temático por el paisaje, en el que muchas de las obras que nos detenemos a contemplar no son en principio ni las más grandes ni las más vistosas. Pero ahí es donde sucede la magia.
Como muy pocas personas pueden venirse conmigo al museo, hoy te rescato algunos detalles de obras que vemos en el recorrido, para que entres en contacto con un tipo de obras que no estaban pensadas para adornar grandes espacios, sino para ser observadas de cerca, con calma y en repetidas ocasiones.
Estos dos detalles que ves son ampliaciones de partes minúsculas de una obra que no llega a los 60 cm de ancho. Se trata de un paisaje con el descanso en la huida a Egipto, de Joachim Patinir.
Paisaje con el descanso en la huida a Egipto. Joachim Patinir. ca. 1518-1524. Óleo sobre tabla. 31,5 x 57,5 cm. Museo Thyssen-Bornemisza
Al observar la tabla en su conjunto, podemos apreciar cómo las figuras ocupan una proporción muy pequeña del espacio total. El paisaje con los elementos que podemos ver a diferentes distancias y las gamas de verdes y azules son protagonistas. Sin embargo, tanto el San José buscando alimento en el bosque como la mula que descansa pastando son importantes. Además de completar información sobre este episodio de la vida de Jesús, permiten que experimentemos una sensación de descubrimiento: solo si miramos con detenimiento nos daremos cuenta de la existencia de estos elementos.
Este pastor con animales parece sacado de una película en blanco y negro. ¿Dónde está el color? Este detalle parece difícil de entender incluso en esta ampliación tan enorme de la obra. De nuevo nos encontramos con una tabla de dimensiones reducidas: 63 cm de ancho. Cuando descubras qué posición ocupa este grupo de figuras, entenderás por qué no ha aplicado color, tan solo un claroscuro en grises.
Paisaje montañoso con un castillo. Roelandt Savery. 1609. Óleo sobre tabla. 45,6 x 63 cm. Museo Thyssen-Bornemisza
Aquí la cosa se pone más difícil porque en este paisaje idealizado del Tirol (que el artista realiza a partir de bocetos del natural que aprovechará como inspiración en el taller), nuestro pastor con los animales resulta casi imposible de encontrar. Este detalle podría incluso pasar desapercibido la primera vez que entramos en contacto con la obra.
Pero ten en cuenta que estas pinturas están pensadas para que quien las adquiría y colgaba en su casa, disfrutara no solo con el primer vistazo, sino empleando tiempo de manera recurrente en buscar estos detalles anecdóticos. ¡A veces incluso con una lupa!
Otra cuestión a tener en cuenta es de qué manera tan delicada trabajan con el óleo, a través de una serie de veladuras en las que hay partes que parecen hechas con acuarela.
Por cierto, te dejo una pista para que puedas encontrar al pastor: el detalle que he sacado corresponde a la parte baja de la obra, justo debajo de esa fortaleza que se ve sobre una colina, en el centro. Si te fijas, está en una zona boscosa, rodeado de verdes muy oscuros. A través de esta grisalla el artista logra integrar al grupo en el paisaje.
Por último me gustaría mostrarte un detalle que habla de la habilidad de contar algo con muy poquito.
Aquí ves a unas figuras en primer término y cómo el paisaje del fondo son apenas unas pinceladillas que buscan apuntar levemente esa idea de silueta que forma el recorte del paisaje sobre el cielo. Como ves, se trata de un único color, simplemente se encuentra más diluido cuando representa elementos más lejanos.
Paisaje invernal con figuras en el hielo. Jan Josephsz. van Goyen. 1643. Óleo sobre tabla. 39,6 x 601,7 cm. Museo Thyssen-Bornemisza.
Este Paisaje invernal con figuras en el hielo es un cuadro de género muy demandado por la clientela holandesa del siglo XVII. Los paisajes que muestran la unión entre el entorno natural y el urbano, en los que se despliega la actividad humana en toda su variedad, eran muy queridos porque, entre otras cosas, permitían esa mirada atenta que descubre un detalle nuevo cada vez. Fíjate que aquí está ocurriendo de todo, y voy yo y me fijo en algo completamente secundario (¿o no?). Pero es que algo que me gusta mucho de esta obra (y de otras similares) es la capacidad de trabajar con una paleta de colores muy, muy reducida, en este caso para transmitir esa sensación de atmósfera invernal. Ojo, que también hay otros elementos que juegan en su favor: la línea de horizonte tan baja que da protagonismo al cielo, o que estemos sobre aguas heladas que, a fin de cuentas, reflejan los colores de arriba.
Espero que este pequeño recorrido te haya entretenido y, sobre todo, te anime a acercarte (sin sobrepasar el perímetro de seguridad) a obras que a lo mejor de lejos, cuando estás paseando por las salas de un museo, no captan tu atención. Te aseguro que siempre vas a encontrar formas de sorprenderte.
De momento, eso es todo.
Nos leemos muy pronto.
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